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15 marzo 2013 5 15 /03 /marzo /2013 23:27

INTRODUCCION (PARA DESPISTAR).

 

¡Mira que nos lo pasamos bien! Es bien triste la situación política de nuestro país, pero…oye…le coges el puntillo y creo que hasta nos divertimos. Imaginaros a esos pobres noruegos o suecos, siempre sirviéndonos de ejemplo para todo  y lo que se deben aburrir con esas  noticias tan “normalitas” que tienen ellos, sin nada propio e interesante que contar, salvo, eso sí, que se aficionen a lo nuestro, a la política española, cual telenovela latina, y se lo pasen bomba con el mal ajeno. Tienen para entretenerse.

 

Ahora bien, tened en cuenta que esa gente no es como nosotros, de eso nada. No saben cogerle ese tono crítico a las cosas y prefieren ver su lado bueno,  ese que nuestra mala leche racial nos impide apreciar en todo su esplendor. Sin ir más lejos, leí hace poco que en una encuesta sociológica les preguntaron a unos señores noruegos, en plan contrapunto aleccionador, qué les parecía eso de que los jóvenes en España permanecieran tanto tiempo en casa de sus padres a la sopa boba… ¿Y qué creéis que contestaron? ¿Qué eran unos vagos? ¡Pues no! Que los españoles eran más familiares que ellos,  que las familias en nuestro país eran más amorosas y por eso nos gustaba vivir más tiempo juntos. A ellos les encantaría que en Noruega ocurriera lo mismo y no despachar de su casa a los hijos a los 18 años. ¿No es enternecedor encontrar  el ejemplo siempre en los demás? Imaginaros lo que hubiéramos opinado en este país sobre nosotros mismos.

Volviendo a lo nuestro, a la triste actualidad diaria después de esta pequeña disgregación, esta nos da ejemplos más que de sobra para  seguir “pasándolo bien” y reflexionar sobre nuestra patética situación política y el concepto que tienen de la misma los que se dedican de forma profesional a ella.

 

LA ANÉCDOTA.

 

Un alcalde del PP es condenado penalmente por acosar sexualmente a una señora, concejal de su mismo Ayuntamiento por más señas. No le quedó más remedio que dimitir cuando fue condenado por ello,  pero lejos de retirarse, porque la ejemplaridad moral de los políticos debería ser siempre un referente para los ciudadanos a los que acuden a solicitarles el voto, continuó en la sombra manejando las riendas del partido al que pertenecía, ya que su segundo y hombre de confianza  fue elegido como  su sustituto, y por lo que se ve ejercía de marioneta del primero.

Al llegar el momento de presentarse a las nuevas elecciones el ex alcalde condenado, ni corto ni perezoso, solicitó presentarse nuevamente como cabeza de lista de su partido, que para eso era él el que mandaba de verdad y a la gente no hay que engañarla, con aparente “sentido común” visto desde ese punto de vista.

En algún sitio debieron pensar que tanta sinceridad  y “sentido común” no quedaba demasiado bien y que casi que mejor  seguir engañando a los votantes ,como hasta ese momento, y que lo más sensato era que  figurara otro…  porque lo de estar en la sombra vale, pero eso de ser cabeza de lista no sintonizaba lo suficiente con los antecedentes penales.

No hay problema, debió pensar el ex ante la negativa, se crea un nuevo partido y estos se van a enterar de lo que vale un peine por despreciarme de esta forma. El  ínclito llevaba muchos años haciendo “favores” y siempre habría amiguetes y estómagos agradecidos que le votarían; seguro que para un “partidillo bisagra” sería más que suficiente. Por lo que se ve, estos, los estómagos agradecidos, eran bastantes (las personas normales no votan a acosadores condenados) y el nuevo partido obtuvo 6.000 votos y cinco concejales. Ahí es nada.  Si Jesús Gil obtenía mayorías en Marbella, nada hay de extraño en los resultados.

Ahí te quería yo ver después de las elecciones municipales… se lo  puesieron como el huevo de Colón. El Partido Popular en mayoría relativa, gobernando pero, eso sí, en manos de la voluntad del  partidillo político del ex alcalde. Su esperanza, la del PP, debía ser que el PSOE -que le dijo de todo al ex cuando le condenaron- no tuviera la desvergüenza de querer hacerse con el poder con la ayuda del condenado y los suyos…

 ¿Qué no tuviera la desvergüenza? Vamos, eso no se ha escrito en la política profesional de nuestro país. Aquí de timidez nada; nadie tiene vergüenza, son unos auténticos sin-vergüenzas.

Y para qué quieres más, si el PSOE nos lo pone así de fácil ya no le vamos a dar más vueltas, presentamos una moción de censura y nos hacemos con el poder compartiéndolo con ellos. Aunque no sea muy ético  todo consiste en explicarlo bien: los socialistas  podrán decir que la situación era desesperada -que seguro que lo era-… que el Ayuntamiento había estado en manos de la derecha…  que, por supuesto, se había convertido en un nido de corrupción… y  claro… para eso nos hemos hecho con el poder.

El “ligero” problemilla  sobre el que tal vez no habían reflexionado lo suficiente era que para solucionar la  situación pactaban con los mismos que la crearon y además poniéndote a sus pies. Es decir, el nuevo alcalde socialista solo lo sería porque el acosador y los suyos se lo permitían y hasta que dejaran de permitírselo.

Esto que tú, estimado lector, entiendes perfectamente y no aceptarías nunca si fuera una decisión que te afectara personalmente, es expresamente autorizado por la Dirección Nacional del PSOE. Permiten que el PSOE presente una moción de censura para arrebatar al Ayuntamiento al partido más votado, el PP, contando para ello con el apoyo del ex alcalde condenado y sus secuaces, quedando a partir de ese momento literalmente en sus manos.  Impresionante. ¿Y cómo puede ser? Para nuestros dos partidos políticos de cabecera la ética tiene un valor relativo y siempre supeditado al ejercicio del poder que les permite cumplir con sus compromisos económicos con los grupos que les sostienen, aquí y en Ponferrada.

Y claro… se arma la marimorena porque los señores del PP se escandalizan por perder el trono, aunque sin duda ellos hubieran hecho lo mismo como siempre que han podido. Los del PSOE se dan cuenta  de que por ganar un trono han perdido un reino, el de la credibilidad, y quieren dar marcha atrás, obligando a los concejales golpistas a que devuelvan el cetro. El mejor argumento que se les ocurre para mantener un mínimo de dignidad es que no se puede gobernar junto con un violento de género. Los demás argumentos, los que a ti sí se te ocurren, a ellos no les valen, especialmente el de la simple ética política, porque entonces deberían dimitir de no sé cuantos sitios más.

¿Devolver el  cetro, me dices? El nuevo alcalde  no devuelve ni los buenos días; una vez que se ha sentado en la silla no hay marcha atrás, como buen político que se precie. Y aquí empieza lo bueno…

Digo que empieza lo “bueno” porque justamente es al revés, empieza lo malo, y refleja, en ese arrebato de supuesta honestidad, el concepto de lo que es la democracia representativa para estos partidos políticos y el desprecio a las reglas del juego de la misma. La Dirección Nacional del PSOE les ordena a los sediciosos a que elijan entre dos alternativas a cual más atractiva: o  abandonan el partido o devuelven el poder.

Por supuesto que la opción está clara para los profesionales de la política. El poder genera beneficios y no se renuncia a él bajo ningún concepto y menos gratis. Así que adiós PSOE, por mí  te puedes quedar ahí, al fin y al cabo lo único que pretendíamos era vivir de la política y que un partido nos diera cobertura, una vez conseguido os podéis quedar con vuestras siglas…me dan igual unos que otros.

 

LA FILOSOFÍA.

 

Sin duda este es  uno de los ejemplos más claros de lo que supone el ejercicio de la partitocracia y  del rechazo a la esencia de la democracia electiva y parlamentaria; pero posiblemente no por lo que estéis pensando, sino por todo lo contrario. Os explico mi punto de vista.

La democracia admite muchas formas de ejercicio y  una de las menos participativas, o menos democráticas, valga esta antinomia, es precisamente la electiva en la medida que limita el poder del elector a la simple elección del candidato.

Una vez elegido este, un conjunto de reglas sirven para regular la formación de la voluntad de los Órganos de Representantes (Asambleas o Parlamentos), denominándose de forma genérica  a estos sistemas democráticos con el nombre de Democracias Parlamentarias.

De ella forman parte todas las normas que sirven para regular el funcionamiento de las Asambleas de Representantes, para ordenar sus mayorías y minorías,  las mociones de censura y las cuestiones de confianza. En definitiva, todas las herramientas clásicas que conforman el sistema de elección de gobiernos o alcaldes y sirven para aprobar  leyes  u ordenanzas municipales en Parlamentos y Ayuntamientos.

Estas normas son históricas, datan desde los inicios del parlamentarismo clásico británico y son anteriores a la existencia de los propios partidos políticos. En los inicios de la democracia parlamentaria los candidatos eran elegidos por su valía personal basada en el conocimiento entre candidatos y electores, en unas elecciones de base censitaria y limitadas a los que disponían de bienes suficientes para votar. No obstante, las normas siguen siendo hoy las mismas que entonces en cuanto a la formación de las Asambleas y de sus decisiones.

Una de estas “normas sagradas” es la que se denomina prohibición del mandato imperativo. Consiste en la delimitación del concepto de representación y de la misión otorgada al representante por el representado. El elegido no está obligado a seguir las instrucciones de sus votantes -de ahí la prohibición del mandato imperativo- sino que el elector le cede su confianza para que gestione  las decisiones en su beneficio como considere conveniente. De ahí que los diputados o concejales no estén obligados a obedecer a sus representados sino a adoptar las decisiones que estime correctas para ellos. Realmente sustituyen al pueblo, actúan en su hipotético beneficio pero no tienen ninguna posibilidad de retirarles su confianza, de darles instrucciones o de pedirles responsabilidades por la mala gestión de sus intereses. Como os decía, la democracia electiva y parlamentaria es la menos democrática.

No obstante, siendo esto así, lo verdaderamente democrático era que representantes independientes, buscando el bien común, y elegidos por su valía, velaran por los intereses de sus electores;  dotados de libertad para negociar encontraron en el consenso la mejor de las soluciones posibles para todos. Esa es la esencia de la democracia electiva. Decisiones negociadas fundamentadas en el equilibrio  y que fueran lo suficientemente buenas para todos.

Cuando años después aparecieron los partidos políticos, estos se encargaron de cambiar las reglas del juego de la democracia electiva y no lo hicieron para impulsar una mayor participación de los electores, desde luego, sino para todo lo contrario. Lo que pretendían era tan simple como que los candidatos elegidos les obedecieran a ellos. Lo que no podían hacer los ciudadanos lo harían los partidos políticos: darían instrucciones a “sus” afiliados diciéndoles en todo momento lo que tenían que hacer, votar y pensar, retirándoles de sus cargos en caso de no obedecer sus instrucciones.

Los candidatos ya no eran independientes sino que se agruparon en función de sus ideas en partidos políticos que defendían una ideología común, obligando a sus candidatos a obedecer unas consignas que ya no se decidían por los votantes sino en las sedes de sus organizaciones. El candidato no estaba obligado a obedecer a los que le habían elegido pero sí a sus propios partidos, que fijaban sus decisiones al margen de planteamientos democráticos.

Curiosamente hoy todos pensamos que lo correcto es que los diputados o concejales no sigan nuestras indicaciones pero sí la de sus partidos, en un claro ejemplo del famoso Síndrome de Estocolmo, en este secuestro de voluntades en el que vivimos. Ello supone que en el asunto que nos ocupa los votantes no tengan ninguna posibilidad de actuar mientras que el partido político da las instrucciones que considera convenientes a “sus” concejales sin consultarlas con nadie.

¿Os habéis fijado que los partidos políticos se han apropiado de la “democracia” y han sustituido tu poder como ciudadano por el suyo? ¿Os habéis dado cuenta que adoptan sus decisiones fuera de los órganos democráticos y las imponen con la misma jerarquía del general a sus soldados? ¿Os habéis dado cuenta que nuestros candidatos no reciben instrucciones de sus electores pero sí de sus partidos?

 

MORALEJA FINAL.

 

Por eso, y volviendo a la anécdota del alcalde oportunista, el Partido Político no duda en obligar a sus “soldados” en forma de concejales  y darles las instrucciones que tú no les puedes dar. Dejas el poder o te vas del partido…les dicen.

 No amigo no, los expulsas de tu  partido si quieres pero las reglas del juego es que tú no puedes dar instrucciones a un representante del pueblo y la prohibición del mandato imperativo  es exactamente igual de válida para todos los partido políticos.

Si esto no lo entendemos, por muy deleznable que nos parezca la decisión de los “golpistas” y muy loable la llamada a la disciplina, estamos permitiendo una vez más que se cambien las reglas del juego parlamentario. Estas reglas permiten la formación de mayorías y mociones de censura, incluso en situaciones como la analizada, pero las reglas de la ética no.

El problema está ahí precisamente y reside en que algunos partidos políticos se nutren, y cada vez en mayor medida,  con lo mejor de casa, permitiendo que el poder se entregue a personas carentes de la más mínima noción de  ética personal  tal y como demuestran diariamente en sus acciones políticas.

Un asunto como el que nos ha ocupado recoge en sí mismo todas las miserias de la política actual: personas carentes de ética, incluso condenados por graves delitos, que siguen sin ningún pudor asumiendo responsabilidades gestoras y de gobierno, partidos bisagras que solo responden a intereses de los que se han beneficiado de los favores económicos de estos sátrapas, la utilización irresponsable de las normas parlamentarias para conseguir fines espurios, partidos políticos que incluyen en sus listas a personajes que solo buscan el poder, demostrando que la ideología solo les sirve de adorno desconociendo la esencia misma de la democracia,  a la que no sirven y de la que se sirven.

La paradoja de situaciones com estas es que solo se enfrentan con el poder omnímodo y totalitario de estos partidos políticos aquellos individuos que carecen de esas mínimas nociones éticas, haciéndolo no por ti o por nosotros,... sino por ellos mismos.

 

Estarás de acuerdo conmigo en que hay cosas que deberían empezar a cambiar.Tú crees que ellos están por la labor,... ¿o sólo lo estás tú?  Habrá que empezar a enseñarles…¿te atreves?

 

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Comentarios

V
Estimado D. Raul. Creo que en el caso que ud. Comenta reina la hipocresía.<br /> El alcalde que fue condenado por acoso, cumplió su condena de multa, y como no estaba inhabilitado pudo concurrir a las elecciones donde bastantes de sus conciudadanos optaron por votarle. ¿Que su<br /> conducta privada dejaba mucho que desear? Estoy de acuerdo. Pero también lo estoy con considerar que no hay una “moral pública” y otra privada y que quien engaña a su mujer, con más motivo engañará<br /> al prójimo (votantes incluidos).<br /> No podemos considerar que como el Código Penal sanciona poco, podemos añadir penas de rechazo social a determinadas conductas (cuidado digo determinadas porque se da la paradoja que quienes<br /> rechazan que un acosador se reinserte lo admiten de un asesino etarra, e incluso lo reciben en loor de multitud en su pueblo), eso sí, siempre que sean otros quienes incurran en ellas, así el PSOE<br /> tiene de presidente en el País Vaco a un condenado por maltrato doméstico (cumplió su sentencia de 17 días de arresto, sin pasar por prisión y sin ulteriores inhabilitaciones).<br /> Lo preocupante del caso Ponferrada es el siniestro concierto de lo partidos al olor del negocio que puede proporcionarle el futuro Mundial de ciclismo u otros semejantes.<br /> Y mientras el público encantado con una polémica hipócrita. Un acosador y un maltratador me parecen seres despreciables, pero una vez cumplida la pena puedo dejar de saludarles, pero no impedir que<br /> accedan a los puestos para los que son elegidos. Cuestión diferente es que si me dejan a mí dictar el Código Penal, se iban a enterar algunos de lo que vale un peine, empezando por quienes<br /> prevarican en los cargos públicos.
Responder
R
<br /> <br /> Pues como siempre tienes razón "vaya". De todas formas mi artículo se centraba en la imposición al nuevo alcalde desde su partido de las instrucciones correspondientes, en una nueva modalidad de<br /> mandato imperativo, pero no de los ciudadanos sino del partido. En cuanto al alcalde acosador me parece lamentable que pueda obtener 6000 votos y más lamentable es comprobar por qué los tiene.<br /> Gracias por tu participación una vez más.<br /> <br /> <br /> <br />