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7 abril 2014 1 07 /04 /abril /2014 19:56

SABIOS.jpgLa sabiduría es como el arte; va más allá de la técnica y del conocimiento para trascender sobre el espíritu. La belleza empequeñece a “lo bonito”, al igual que  el arte lo hace con  el procedimiento. La propia sabiduría se eleva sobre  la experiencia de la que nace para alejarse de ella. Los sofistas no eran sabios porque su camino se detenía en la simple (o no tanto) retórica: “la verdad” no estaba a su alcance, solo la demagogia. No es igual hablar que pensar, como no es lo mismo pensar que saber que no sabes nada.

 

¿Quién es sabio hoy? Posiblemente a los sabios de hoy no los conozcamos, más que nada por aquello que nos recuerda una de esas frases en forma de  proverbio chino  que circulan por internet: “el hombre que sabe no habla, el hombre que habla no sabe”. Ciertamente hay dos formas de proyectar luz, la que se emite como fuente y la que se refleja como espejo. La sabiduría es la primera y el conocimiento o la experiencia es la segunda. Estamos más acostumbrados a ver la luz que se refleja en cristales de aumento que aquella otra, más tenue tal vez, que emiten los pocos que son capaces de hacerlo.

Como yo voy a lo mío, aprovecho esta aparente disgregación para recordar que durante estos días hemos conocido que un Comité de “sabios” (todos masculinos) ha propuesto a nuestro Gobierno, a petición de este, una serie de cambios en el sistema tributario. Una auténtica revolución, dicen los más optimistas, unos”arreglillos” dicen el resto, que son mayoría.

Curioso adjetivo el de sabios. No por dudar de su conocimiento sino de su sabiduría. Nunca se puede formar parte de un Comité con este adjetivo y que además pretenda llegar a buen puerto con la composición que  tenía este. No por lo que había sino por lo que faltaba. Por eso no sabemos quiénes son los que vieron en estas personas los rasgos de la sabiduría, y menos en un tema tan poco dado a llegar hasta tan excelsa posición sobre el espíritu como es el proceloso mundo de los impuestos, pero lo que está claro que es que  si no supieron encontrar ni a una sola “sabia”, o han buscado mal o no es esta materia para encontrar la Sabiduría. No puede  existir esta si no son capaces de encontrar a una sola mujer. La sabiduría masculina es menos sabiduría.

Posiblemente no nos encontramos ante sabios sino ante buenos profesionales elegidos como expertos conocedores de una materia ciertamente compleja y dada a interpretaciones ideológicas, que determinan que las soluciones sean igual de buenas que de malas, y siempre según la atalaya desde la que se observen.

El recurso a la sabiduría es la trampa que oculta la ideología. Los sabios no ven la verdad bajo el prisma de la ideología como ocurre, posiblemente, con alguna de las personas que nos ocupan. De forma legítima sin duda, pero lo que no puede admitir discusión es que las conclusiones de su largo y seguro que bienintencionado trabajo son las que son, pero podían haber sido otras completamente diferentes.

Me llama la atención el recurso al conocimiento técnico de profesores universitarios para revestir de la autoridad  que  siempre concede  el halo de lo absoluto e irrebatible que acompaña a la sabiduría cuando lo se quiere es realizar cambios de cierta entidad en materias sensibles como lo es el sistema tributario. Parece que les avergüenza afrontar la política tributaria que corresponde al partido del gobierno y por ello se lo encomiendan a los “sabios”, que no hacen más que trasladar la “única solución posible”, descubierta tras un proceso casi místico. “Yo no he sido, han sido ellos…los sabios” sentencian los políticos con cara de resignación. “Yo no quería hacerlo pero es de sabios hacer lo que nos dicen los ídem….”

¿Cómo es posible que con la evidencia del desastre tributario que tenemos en este país el Partido Popular no haya propuesto su propia reforma en el minuto uno de su Gobierno? Por vergüenza. Por vergüenza o por la desvergüenza de esperar al último año. Y aún así oculta en una reforma de sabios. Será porque de sabios es saber esperar.

Solo nos queda juzgar la sabiduría de los sabios y valorar si lo que tienen que pagar los menos sabios, que no tontos, también llamados contribuyentes, es más o menos que lo que pagaban antes de sus propuestas, ya que esto es, al fin y al cabo, lo que a todos nos importa. Lo curioso de este proceso es que ni los sabios lo saben. Oiga... ¿pero voy a pagar más o menos que antes?  Ah no sé, somos sabios pero no adivinos.

No saben por qué las clases bajas y medias de este país van a seguir pagando tanto o más que lo que más pagan en cualquier país de Europa, no saben si será necesario trasladar buena parte de los productos gravados con el tipo reducido de IVA al general (con lo que aumentarán la carga tributaria), no saben como hacen los que más tienen para no pagar el Impuesto sobre el Patrimonio, pero como sí saben que no pagan lo que les debería corresponder, deciden que lo mejor es suprimir el Impuesto (han descubierto la piedra filosofal de la lucha contra el fraude tributario: suprimir los impuestos, casualmente se descubre para no pagar el de Patrimonio), no saben por qué el que gana 1.000.000 de euros en el sofá de su casa, tranquilamente esperando a que aumente la rentabilidad de sus inversiones mobiliarias, o especulando con las inmobiliarias, tiene que pagar menos impuestos que el que se levanta todas las mañanas a trabajar por 40.000 euros al año (en el mejor de los casos, claro) pero puesto que no lo saben deciden que aun así  el del sofá  tiene que pagar menos que antes,  no saben por qué no se les ha ocurrido desarrollar un Impuesto que grave y controle las transacciones financieras especulativas y los flujos con paraísos fiscales,  no saben qué es lo que hay que hacer para aumentar la recaudación del Impuesto de Sociedades a unos niveles homologables a lo que recauda proporcionalmente cualquier país serio, o simplemente a lo que recaudaba este mismo país no hace tantos años cuando el PIB no era inferior a lo que es hoy, no saben…..

A cambio, sí que saben que hay que devaluar fiscalmente el factor trabajo sobre el consumo y aprovechando la devaluación interna como elemento de éxito contar con una fiscalidad aliada estratégicamente como impulso a la creación de empleo. Que dicho en idioma que todos entendamos quiere decir algo así como bajar las cotizaciones sociales que pagan las empresas para abaratar la contratación de  trabajadores, aprovechando que con la reforma laboral tienen unos contratos infames y que por cuatro euros tienes a un tío/a trabajando para ti en régimen de semiesclavitud. A cambio del recorte de ingresos públicos del factor trabajo (las cotizaciones) a ese trabajador/a le hacemos pagar más IVA por su consumo, que será toda su renta, ya que al ser esta mínima se verá obligado a consumir todo lo que gana, aumentando de esta manera los ingresos públicos. Con eso matan dos pájaros de un tiro: dirán que desciende el índice de paro (no hay estudios de índices de explotación) y además aumentan los ingresos tributarios. Como en Dinamarca pero allí cobran los trabajadores una pasta.

La Sabiduría sigue unos complicados caminos que no siempre entendemos los ciudadanos de a pie, pero lo que al menos sabemos siempre nos sitúa en el mismo lugar. Un lugar donde inició su historia y que nos recuerda aquello tan manido de…sólo sé que no sé nada…pues eso… al fin y al cabo lo que sé es una gota en el mar de la ignorancia por lo que daría todo lo que sé a cambio de la mitad de lo que ignoro.

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